El crecimiento exponencial retinopatía diabética (RD) ha sido reiteradamente confirmado por la Federación Mundial de Diabetes (FMD) y la agencia internacional de prevención Ceguera (IAPB, por sus siglas en inglés), lo que contrasta con los grandes adelantos en recursos médicos de diagnóstico y tratamiento.
Las exigencias sanitarias en nuestra región y el posicionar la atención de pacientes COVID, relegó a segundo plano la atención de pacientes con diabetes mellitus (DM) y sus complicaciones.
Será inevitable por un aumento en la tasa de discapacidad visual (DV), lo que obliga a incorporar la prevención con detección oportuna y referir a los pacientes que por primera vez están en contacto con el personal de salud visual, asistido con telemedicina y recursos de inteligencia artificial.
Hoy más que nunca tenemos que ofertar un manejo integral y multidisciplinario al paciente de DM para optimizar resultados.
Para aquellos pacientes con discapacidad visual en los que no hay más que ofrecer que tratamiento médico quirúrgico refractivo, el envío a rehabilitación visual temprano y oportuno es la clave para reintegrarlos a ser autosuficientes y con calidad de vida.
Esto es urgente en base a los costos alarmantes para sistemas robustos de la salud pública e incluso para otros países cuyos servicios se han colapsado.
Las evidencias nos obligan a explorar nuevas alternativas, hagámoslo pronto.